Manifiesto


Los Cruzados de María y todos los aquí presentes confesando a Nuestro Señor Jesucristo como Único Dios Verdadero y a la Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana como sacramento universal de salvación manifestamos y defendemos:

1. La Confesionalidad Católica del Estado Español.

La Iglesia ha sostenido siempre que los Estados deben rendir culto público y colectivo a Dios y ajustar sus leyes a las de Dios, especialmente en las encíclicas "Vehementer Nos" de San Pío X, y "Quas Primas" de Pío XI. No obstante, por motivos de prudencia política no lo ha exigido siempre ni en todos los países con la misma intensidad.
Nosotros, auspiciados por el ejemplo de aquellos que dieron su vida luchando por la instauración del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo no aceptamos una España aconfesional y esa es nuestra batalla.

2. La restricción de la libertad religiosa.

No todas las religiones son iguales, porque creemos junto con la Tradición de la Iglesia que es Ésta la única verdadera y fuera de ella no hay salvación, salvo por los motivos siempre reconocidos por el Magisterio eclesial.
Desde que España abandonó su Confesionalidad Católica las sectas y las religiones falsas invadieron nuestra Patria, logrando numerosos adeptos que intentan socavar la Fe del pueblo español, siendo alarmante la implantación de religión tan violenta como lo es el Islam.

3. El rechazo al laicismo y a la laicidad.

Pío XI define el laicismo en Dilectissima nobis como “la apostasía de la sociedad moderna que pretende alejarse de Dios y de la Iglesia”. Laicismo es apostasía. Los actuales distingos entre “laicidad” y “laicismo” no son más que el tratar de cohonestar lo inaceptable por justicia. El laicismo de Estado ejercido como política nacional de los gobiernos y países aconfesionales que se proclaman laicos para todos los efectos de gobierno es un pecado contra la Verdad divina y una traición a la identidad y ser de las naciones tradicionalmente católicas como lo es España.

4. La Unidad Católica de España.

En los primeros días del mes de mayo del 589, durante la celebración del III Concilio de Toledo, el rey visigodo Recaredo y su corte proclamaron su conversión al catolicismo e instituyeron la Confesionalidad Católica del Reino.
Con la excepción de algunos pocos y breves períodos de tiempo, el catolicismo ha configurado durante siglos la política de España y de la Hispanidad. Entregada esa Unidad Católica a los enemigos de la Fe en 1978 mediante la "Constitución Española",  abogamos por una situación jurídica en la que coincidan la confesionalidad del Estado, y una interpretación restrictiva de la libertad religiosa, es decir, la Unidad Católica de España.

Encomendemos tan nobles ideales a Santiago Apóstol y a la Inmaculada Concepción, patronos de España.

¡VIVA ESPAÑA CATÓLICA!
¡VIVA CRISTO REY!